Javier González
Yamaha, que cuenta con una red de talleres y centros de artistas de todo el mundo, trabaja con músicos de gran envergadura para dar apoyo a sus interpretaciones, así como para diseñar instrumentos musicales y desarrollar nuevas ideas que ayuden a todos los músicos. Los artistas Yamaha comparten con nosotros su pasión por inspirar a la próxima generación de músicos y la convicción de que todo el mundo debería recibir motivación para desarrollar su talento, conectar con los demás y narrar su propia historia a través de la música.
Te presentamos al artista Yamaha Javier González
¿Qué te aporta tu instrumento para tu trabajo diario?
Cualquiera de mis tres trompetas Yamaha me da la fiabilidad y sonoridad que busco.
¿Qué características destacarías de tu instrumento?
Sobre todo, la facilidad, porque es un instrumento muy noble y maleable. En el día a día tengo la sensación de estudiar para mí y, no para el instrumento.
¿Cuándo comenzó tu relación con Yamaha?
Hace 12 años que cambié todas mis trompetas a la marca Yamaha. Llegué a ellas en la búsqueda de instrumentos que reunieran naturalidad, sonoridad y facilidad. Para mí, es la marca que mejor engloba todas estas cualidades.
¿Quién ha sido el músico que más ha influido en tu carrera musical? ¿Sigues aplicando alguno de sus consejos?
No puedo quedarme con uno sólo, para mí es imprescindible hacer mención de dos personas. Mi primer profesor, Diego Cebrián, ya que fue quien me inició en la trompeta y, me transmitió la pasión y el cariño por este instrumento. Después, a mi llegada a Madrid, la persona que más me ayudó y orientó, tanto en el estudio como ya en el terreno laboral, fue otro Yamaha Artist como es César Asensi, del que, por suerte, sigo aprendiendo y disfrutando a día de hoy.
Ambos han sido músicos que han marcado mi carrera y me han inspirado, tanto en el pasado como en el presente y, estoy seguro que así seguirá siendo en el futuro.
¿Qué consejo le darías a un músico que está comenzado su carrera?
Que disfrute. Que disfrute de la música, es una profesión, aunque sacrificada, muy bella y gratificante, tanto en el terreno pedagógico como en el instrumental. Si consigue vivir de ello recibirá muchas recompensas.